El senador Alex Padilla, demócrata por California, fue expulsado por la fuerza el jueves de una rueda de prensa ofrecida por Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, y esposado tras interrumpir a Noem en un edificio federal del oeste de Los Ángeles.

Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, en una rueda de prensa en Los Ángeles Oeste.⁸
“¡Señor! ¡Señor! ¡No me toque!”, gritó Padilla, de 52 años, mientras los agentes federales intentaban sacarlo a la fuerza de la sala situada en el interior de un edificio de oficinas gubernamentales a unos 24 kilómetros al oeste del centro de Los Ángeles, donde Noem estaba hablando. “Soy el senador Alex Padilla. Tengo una pregunta para la secretaria”.
Un pequeño grupo de reporteros orientó sus cámaras hacia la interrupción. Otros periodistas nacionales y locales se vieron obligados a esperar fuera del edificio después de que los funcionarios bloquearan el acceso a la conferencia de prensa poco antes de que comenzara el acto.
En los videos, Padilla parecía atónito, pero dijo repetidamente que era un senador estadounidense. Horas después, en una entrevista, Padilla declaró que había exigido saber por qué lo habían detenido y adónde lo escoltaban “cuando, precisamente, Corey Lewandowski” —un combativo exasesor de la campaña del presidente Donald Trump y asesor de Noem— “llegó corriendo por el pasillo y empezó a gritar: ‘¡Suéltenlo! ¡Suéltenlo!’”.
En la tensa polarización partidista del momento, el episodio se convirtió rápidamente en una causa célebre para ambos partidos. Senadores, miembros de la Cámara de Representantes y gobernadores demócratas se apresuraron a denunciar el trato dispensado a un senador en activo, y lo enmarcaron como la última escalada de acciones autoritarias del gobierno de Trump. Esto ocurrió tras la imputación el martes de la representante LaMonica McIver de Nueva Jersey y a la detención del alcalde Ras Baraka de Newark, después de que los funcionarios, ambos demócratas, intentaran visitar un nuevo centro de detención de inmigrantes en la ciudad.
Con la misma intensidad, los republicanos intentaron presentar el comportamiento de Padilla como un ejemplo de lo que han calificado de anarquía de la izquierda política mientras el presidente Trump intenta combatir la inmigración ilegal.
Noem se encontraba en un podio agradeciendo al ejército, los marines y la Guardia Nacional por proporcionar “seguridad” cuando Padilla hizo su aparición. Si bien han surgido algunas protestas en el centro de Los Ángeles, el imponente edificio federal blanco donde tuvo lugar su conferencia de prensa estaba a más de 24 kilómetros del lugar y no había manifestantes afuera.
Padilla dijo en la entrevista del jueves por la noche que se enteró de la conferencia de prensa de Noem mientras esperaba una sesión informativa programada al final del pasillo. Dijo que había solicitado respuestas sobre las medidas migratorias “cada vez más extremas” del gobierno desde enero y que no había podido obtenerlas.
Cuando vio que Noem y su séquito pasaban junto a él, dijo, preguntó al miembro de la Guardia Nacional y a un agente del FBI que lo habían escoltado si también lo acompañarían a la rueda de prensa. Así lo hicieron, dijo, y al principio se quedó en el fondo de la sala, observando en silencio detrás de las cámaras.
Pero cuando Noem dijo que los agentes federales estaban en Los Ángeles “para liberar a esta ciudad de los socialistas y del opresivo liderazgo” de los dirigentes demócratas de California y Los Ángeles, admitió que ya no podía permanecer en silencio.
En las imágenes se ve a Padilla apartarse, presentarse y empezar a formular una pregunta sobre las fichas policiales que las autoridades federales habían dicho que eran de delincuentes violentos indocumentados. Dijo que esperaba preguntar por otras personas que habían sido detenidas sin antecedentes penales, pero, mientras hablaba, los agentes se abalanzaron sobre él y lo sacaron a la fuerza de la sala.
Noem y otros funcionarios del gobierno de Trump afirmaron que Padilla no se había identificado y había asumido un comportamiento amenazador.
“Diré que las personas deben identificarse antes de comenzar a atacar a la gente”, dijo.
Pero Padilla afirmó que no solo se había identificado en la sala, como muestra la grabación, sino que también se había presentado a los agentes que le habían escoltado desde el vestíbulo.
Tricia McLaughlin, portavoz del Departamento de Seguridad Nacional, dijo que no llevaba puesto su distintivo de seguridad del Senado y que el Servicio Secreto lo había tomado por un atacante. Acusó a Padilla de participar en un “teatro político irrespetuoso”.
En una publicación en las redes sociales, el director adjunto del FBI, Dan Bongino, dijo que los agentes de la agencia “actuaron de manera totalmente apropiada mientras ayudaban a los agentes del Servicio Secreto” y se hizo eco de la afirmación de otras agencias federales de que Padilla se había resistido físicamente a las fuerzas del orden y no había llevado el distintivo de seguridad.
El portavoz jefe del FBI, Ben Williamson, no se disculpó.
“Cuando un senador no reconocido, vestido de civil y sin distintivo de seguridad, se volvió disruptivo y posteriormente se resistió a las fuerzas del orden, nuestro personal del FBI en Los Ángeles respondió en apoyo del Servicio Secreto de manera totalmente apropiada”, escribió en las redes sociales. “Los apoyamos y agradecemos su rápida actuación”.
Los miembros del Servicio Secreto implicados en el encuentro no serán sancionados, dijo Anthony Guglielmi, un portavoz.
Después, Padilla y Noem se reunieron durante unos 15 minutos, dijeron ambos. Padilla dijo que, antes de que Lewandowski ordenara a los agentes que le quitaran las esposas, no tenía ni idea de si iba a ser encarcelado o simplemente expulsado del edificio. Dijo que nunca antes lo habían detenido ni esposado.
Padilla dijo que el modo en que se le había tratado como miembro en activo del Congreso había aumentado su nivel de preocupación por el modo en que el gobierno federal ha empezado a tratar a la gente común.
“Si así es como responde este gobierno a un senador con una pregunta, si así es como responde el Departamento de Seguridad Nacional a un senador con una pregunta, solo cabe imaginar lo que hacen a los trabajadores agrícolas, a los cocineros, a los jornaleros de la comunidad de Los Ángeles y de todo California y de todo el país”, dijo en una conferencia de prensa, en la que pareció sobrecogerse brevemente por la emoción.
Hijo del medio de un cocinero de Jalisco, México, y de una trabajadora doméstica de Chihuahua, Padilla se pagaba sus estudios con trabajos de limpieza y programas de trabajo y estudio cuando su plan de convertirse en ingeniero aeroespacial se vio desbaratado por la política antimigratoria que se apoderó de California en la década de 1990.
Galvanizado por la Proposición 187, una iniciativa electoral de 1994 que habría prohibido a los migrantes indocumentados el acceso a los servicios públicos, incluidas las escuelas y la asistencia de salud no urgente, se involucró en la política.
Aunque representan al estado más grande del país en la cámara alta del Congreso, Padilla y el recién electo Adam Schiff aún mantienen un perfil bajo en el Senado. Los sucesos del jueves podrían suponer un impulso político para Padilla, quien fue designado inicialmente para su escaño por el gobernador Gavin Newsom para sustituir a Kamala Harris cuando esta se convirtiera en vicepresidenta en 2021.
Newsom intervino, llamando al senador “una de las personas más decentes que conozco”.
“Esto es indignante, dictatorial y vergonzoso”, escribió Newsom en una publicación en las redes sociales. “Trump y sus soldados de choque están fuera de control. Esto debe acabar ya”.
La senadora Susan Collins, republicana por Maine, rompió filas con su partido y calificó lo ocurrido de “muy inquietante”, aunque reconoció que no estaba segura de qué era lo que había provocado el enfrentamiento. “Parece como si lo estuvieran maltratando y expulsándolo físicamente. Es difícil imaginar una justificación para eso”.
La senadora Lisa Murkowski por Alaska, otra republicana moderada, calificó el incidente de “horrible” e “impactante a todos los niveles”. Y continuó: “No es el Estados Unidos que conozco”.
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